En la guerra de sanciones entre Rusia y Occidente, las consecuencias económicas no se han hecho esperar. Mientras Estados Unidos y las economías europeas buscan una respuesta rápida para compensar las restricciones impuestas por Moscú a sus exportaciones, países como Argentina, Perú, Brasil o China aprovechan el vacío creado en el mercado ruso.
Tras el derribo del avión de pasajeros MH17 en la autoproclamada República Popular de Donetsk, las duras medidas financieras impuestas a la Federación Rusa por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, a las que se sumaron Canadá, Australia y Noruega, cayeron como un jarro de agua fría en Moscú, anunciando que tiempos difíciles se avecinaban. El Kremlin decidió contraatacar.
El siete de agosto Vladimir Putin firmó un decreto por el cual todos aquellos países que hubieran tomado parte en las medidas adoptadas contra ciudadanos rusos pasaban a ver limitadas o prohibidas sus exportaciones a Rusia durante un año. El decreto afecta a los productos agropecuarios, crudos y alimentos y supone para el conjunto de afectados una pérdida superior a 6.000 millones de euros.
En el caso de la UE, Rusia compraba anualmente en torno a 2.700 millones de euros solo en frutas frescas y verduras, con lo que la medida del Kremlin logró sembrar el temor entre los agricultores, llevando a la Comisión Europea a anunciar que las pérdidas podrían compensarse con el fondo de reserva de la Política Agraria Común (PAC). El hecho es que la reserva de la PAC, de 400 millones de euros, tan sólo podría compensar el 8% de las pérdidas. La gran preocupación es la necesidad de buscar mercados alternativos puesto que el excedente ya ha empezado a acumularse: los productos hortofrutícolas solo pueden venderse en Europa; las barreras fitosanitarias estadounidenses y japonesas impiden que se cree un nuevo nicho de mercado en estos países.
Los productores empiezan a notar los desequilibrios generados pues los precios han comenzado a descender −en España la fruta de hueso ha sido el principal producto afectado y habrá pérdidas por valor de 75 millones de euros sólo en Andalucía−. Lituania es el país europeo más afectado por las sanciones rusas, mientras que España es el quinto con un porcentaje de exportaciones a Rusia del 1.8% del total. Los problemas podrían ampliarse a otros ámbitos. Según The Moscow Times, el Kremlin maneja una propuesta para ampliar las sanciones al sector de la automoción en caso de que los países occidentales decidieran endurecer las suyas.
Moscú busca ahora aumentar su productividad agrícola hasta que en dos o tres años pueda satisfacer su demanda interna. A corto plazo, el decreto gubernamental prohíbe la subida de precios de los productos afectados −una lista de productos bastante imprecisa−. No obstante, la inflación de los precios de los alimentos ya estaba subiendo antes de las sanciones, afectando de forma especial a supermercados y restaurantes.
Hasta que el autoabastecimiento llegue, si es que lo hace, numerosos países están aprovechando la ventana de oportunidad abierta en el mercado ruso. Argentina declaró con rapidez su intención de incrementar la inversión en el país; una delegación argentina tratará de firmar acuerdos bilaterales para la exportación de pastas, vino o aceite de oliva.
La primera semana de agosto, nada más anunciarse el decreto, los embajadores de Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay se reunieron con mandatarios rusos para tratar la cuestión. Rusia levantó las restricciones a la importación que pesaban sobre 89 plantas cárnicas brasileñas y 18 plantas de pescado en Perú (estaban motivadas por el incumplimiento de ciertos estándares sanitarios).
Egipto y Turquía serán otros dos ganadores en la guerra de sanciones. También China. Rusia levantó las limitaciones a la importación de productos porcinos procedentes de China y, a su vez, Pekín comunicó que las exportaciones hacia Rusia se realizarían de forma directa, sin intermediarios. Para ello se construirán instalaciones en la frontera con una inversión superior a los siete millones de euros.
Aunque en toda guerra hay vencedores y vencidos, en esta la línea entre unos y otros no está asentada y puede sufrir variaciones importantes todavía.