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jueves, 2 de mayo de 2013

Israel se prepara para las amenazas del conflicto sirio pero rehúsa intervenir


Rebeldes sirios rezan junto a un tanque en la provincia de Deraa. / AP

Fuente: El País (España)
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/05/02/actualidad/1367513421_035766.html

Ninguno de los escenarios que se perfilan hoy para Siria beneficia a Israel. “La elección es entre el infierno y el averno”, resume Nahum Barnea, analista del diario Yedioth Ahronot. El clan Asad es un viejo enemigo pero ha mantenido la frontera en paz desde 1973 y su posible sucesión es tan incierta que asusta. El miedo a que los islamistas, antisionistas, ocupen su lugar tiene a la inteligencia dividida. Si colapsa el régimen de Damasco caerá con él el eje Hezbolá-Irán. Si llegan los afines a Al Qaeda, los ataques podrían revivir, sobre todo en el Golán. Por eso la postura más extendida entre los políticos y militares del país es la de mantener el statu quo todo el tiempo que se pueda. Vigilar y prevenir, pero no intervenir.

Esa es la opinión mayoritaria cuando se habla de una posible operación armada para impedir que el presidente Bachar el Asad emplee armas químicas contra los civiles sirios, ataques de los que el Ejército de Israel dice tener “pruebas”. “El reto de Israel es preservar su seguridad, evitar la llegada de misiles y cohetes e impedir que las armas químicas vayan a manos de Hezbolá o los yihadistas, si el Gobierno cae. No se ha llegado a ese punto”, añade Barnea.

El riesgo de que compuestos como el gas sarín acaben siendo usados contra la población de Israel es “real”, no exagerado, recuerdan en el Ejército. ¿Pero es inminente? ¿Y es una incursión armada la manera de evitarlo? Si El Asad está usando esas armas no es probable que estén descontroladas, es la conclusión de los expertos. A finales de enero,Israel atacó un convoy que iba hacia Líbano, supuestamente camino de un silo de Hezbolá. Portaba armas convencionales. “Vamos a hacer frente a las armas que están siendo almacenadas cerca de nosotros, que amenazan a nuestros civiles”, dijo el primer ministro, Benjamín Netanyahu. Entonces no hubo reparos en atacar, aunque el Gobierno tardase casi una semana en reconocer su golpe. Pero con armas químicas por medio, la situación se complica.

La incursión terrestre —“botas sobre el terreno”— está prácticamente descartada por el enorme desgaste que supone chocar con un Ejército potente como el sirio y por el despliegue de fuerza —efectivos y armamento— que necesitaría. Un coste inasumible cuando tratan de cerrarse los turbios capítulos de Irak y Afganistán. Un ataque aéreo, recuerdan los militares israelíes, puede contaminar el aire y causar un enorme daño en Oriente Medio, un riesgo que por ahora nadie asumiría.